domingo, 9 de enero de 2011

El cachete duele, pero no funciona

Un cachete, una bofetada, un azote, una colleja, un capón, un zapatillazo... Son términos clásicos, con connotaciones no demasiado negativas y que muchos españoles tienen asociados a la educación de sus hijos. Utilizados de forma muy puntual, como último recurso, para marcar claramente un límite a un niño o a un preadolescente, un buen número de personas lo ven como algo eficaz.
Otros, entre ellos multitud de pedagogos y psicólogos, no están de acuerdo; insisten en no criminalizar a los padres que los usan (hay que dejar claro que no estamos hablando de violencia gratuita o de malos tratos graves, como palizas), pero rechazan tajantemente ese comportamiento como herramienta válida o adecuada para educar a los niños, primero, por reprobable en sí mismo -"Si no lo justificamos en el ámbito de la pareja, ¿por qué sí con los niños, que están indefensos?"- y, segundo, porque no funciona, al menos a largo plazo, asegura el profesor de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid Manuel Gámez Guadix.
Este profesor ha vuelto a traer el debate al primer plano con un estudio que ha dirigido sobre la prevalencia del castigo físico de los menores en el ámbito familiar. Ha tomado una muestra de 1.067 alumnos universitarios de su campus y les ha preguntado si a la edad de 10 años les pegaron algún cachete: le había ocurrido al 60% de ellos, una cifra absolutamente consistente con el de una encuesta del CIS de 2005, que dijo que en torno al 60% de los adultos cree que "un azote o una bofetada a tiempo puede evitar más tarde problemas más graves". En otros estudios hechos en Estados Unidos con la misma metodología, dice Gámez, la cifra está entre el 23% (para los padres) y el 25% (madres).

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/cachete/duele/funciona/elpepusoc/20101117elpepisoc_1/Tes

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